“Los limeños, durante años hemos desarrollado, tal vez de manera inconsciente, muchos defectos y malos hábitos, provenientes de costumbres y conductas repetitivas y, por qué no decirlo, irreflexivas.
Estás costumbres, malos hábitos y defectos en las conductas, del ciudadano promedio, afectan y degradan nuestra sociedad, no permitiéndonos desarrollar y crecer en calidad, como ciudadanos, como peruanos y como seres humanos.
La tertulia que desarrollan en un café miraflorino, “Beto y Teto”, dos viejos amigos de la juventud pasada y condiscípulos de una época escolar ya lejana, y que se encuentran después de casi cuarenta años de haber terminado el colegio, revelan una triste realidad que corre paralela a nuestras vidas.
Uno de ellos, un conspicuo empresario y acaudalado hombre de negocios en Lima, con estrecha vinculación en las altas esferas gubernamentales, culturales y sociales de nuestro país, y el otro, un humilde obrero, muy pobre, inculto y vulgar, que incluso, llegó a estar preso por narcotráfico.
Ambos, al adentrarse en los vericuetos de la política, la farándula, la violencia, la pobreza, la indiferencia, la ignorancia y la corrupción que campean en nuestra sociedad, permiten desnudar de manera descarnada, la cruda realidad social que nos afecta a todos, poniendo al descubierto todos los defectos, deplorables costumbres y malos hábitos, del día a día que vivimos y no queremos notar.
También nos deja como mensaje subliminal, que; “no todo lo que brilla es oro”, y que no debemos dejarnos engañar por las apariencias, porque con el tiempo, podríamos descubrir con horror, que aquellos que parecen estar en la cúspide de la sociedad y ser íconos de referencia, podrían resultar ser más pobres en valores, principios e integridad, que aquellos que, estando en el fondo del pozo y en el estamento más humilde de la pirámide social, podrían darnos muestras de un comportamiento digno, transparente y decente, aún con el peso de su pobreza”
“A veces, es necesario meter el dedo en la llaga, para que el dolor nos recuerde, que nuestras heridas, aún están allí y siguen supurando pus”
Una novela que nos hará mejores limeños.
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